6. Y Abraham tomó la leña que iba a quemar el holocausto y la puso sobre Isaac. Él mismo llevaba el fuego y el cuchillo del sacrificio. Mientras caminaban hacia el lugar, Isaac dijo:
«Padre mío, aquí está el fuego y la leña. ¿Dónde está, pues, el cordero?».
Abraham respondió:
«Hijo mío, tú eres el que Jehová ha elegido para que se le ofrezca como holocausto sin mancha».
E Isaac volvió a hablar:
«Todo lo que mande Jehová, lo haré con alegría y con buen corazón».
Abraham dijo:
«Hijo mío, ¿hay algún pensamiento en tu corazón en sentido contrario? Dímelo, y no me ocultes nada».
Isaac dijo:
«Viva Jehová, padre mío, y viva tu alma; nada hay en mi corazón que se aparte a derecha o a izquierda en el asunto que Jehová te ha mandado, sino “Bendito sea Jehová que me ha aceptado”».
Estas palabras llenaron de alegría a Abraham. Y llegaron al lugar señalado y prepararon todo. Abraham construyó el altar, Isaac le pasó las piedras y el cemento. Y cuando Abraham hubo dispuesto los troncos simétricamente en el altar, se preparó para colocar a Isaac sobre él para inmolarlo. Le dijo: